El ratón retirado del mundo
Dicen los Levantinos en su historia,
Que un Ratón pecador, (escarmentado
Del mal pago que suele dar el mundo)
Determinó prudente abandonarlo;
Y para ello, eligió por su retiro
Un buen queso de Holanda: solitario
Era el lugar; y en él, con pies y dientes,
Tanto traveseó nuestro ermitaño,
Que, en poquísimos días, tuvo el gusto
De verse bien comido, y alojado.
¿Para qué más? Se pudo tan lucido,
Que daba gusto verle. Al tal beato
(Que ya tenía fama) cierto día,
Se presentaron unos diputados
De la especie Ratona, y le pidieron
Alguna limosnita: á país extraño
Iban á demandar algún socorro
Contra su siempre opuesto el pueblo Gato.
Ratópolis estaba bloqueda,
Y á salir les habían precisado,
Sin dinero ni víveres, respecto
De verse la república en el caso
De la urgencia mayor: bien poca cosa
Demandaban, seguros de que el pago
Se le haría al instante. Hermanos míos
(Les respondió el bendito solitario)
De ninguna manera me compete
Entender en las cosas de acá bajo.
¿De qué puede serviros un recluso
Miserable? Yo, amigos, solo valgo
Para rogar, al Cielo que os ayude,
De quien espero, que os dará su amparo.
Dada la piadosísima respuesta,
Cerró tras sí la puerta el nuevo santo.
(Fábula VII, libro segundo de La Fontaine, 1787).
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