El ILMO. MONSEÑOR CHECA y BARBA
Homenaje rendido a su beatísima memoria en el 141.º aniversario de su asesinato, orquestado por la judeomasonería internacional y y vilmente ejecutado por los portaestandartes del liberalismo; sobrevenido también, el tremebundo y abyecto crimen, un Viernes Santo, como la crucifixión y pasión y muerte de Nuestro Señor en la Cruz Redentora.
En compañía de Monseñor Lizarzaburu, Arzobispo de Guayaquil (hacia 1870)
Permítasenos que consagremos unas pocas líneas de gratitud y admiración a la memoria del insigne Arzobispo-Mártir, cuyo nombre, unido al de García Moreno, simboliza la íntima unión y concordia de la Iglesia y el Estado.
El Sr. Arzobispo Checa nació en Quito y recibió el bautismo en la Iglesia del Sagrario el 4 de agosto de 1829. Sus padres fueron el célebre Coronel de la independencia, don Feliciano Checa y Barba, y la señora doña Alegría Barba y Borja, de las más notables y virtuosas familias de la ciudad.
Muy pronto se consagró al servicio de Dios y, obtenido el título de doctor en ambos derechos en la Universidad de Santo Tomás, recibió las Sagradas Órdenes. Sirvió luego en diversos campos eclesiásticos.
Su heroica virtud, la aristocracia de su cuna y sus altas dotes intelectuales atrajeron bien pronto hacia él la atención pública, a pesar de que la modestia quería recatar tales cualidades. La Constituyente de 1861, el 16 de abril, lo eligió ya Obispo auxiliar de Cuenca, con residencia en Loja, cuando apenas contaba treinta y dos años escasos.
Poco tiempo estuvo en esa ciudad, ejerciendo su difícil cargo con unánime complacencia de sus amados súbditos; en el año de 1867, le llegaron las Bulas Pontificias que le instituían primer Obispo de Ibarra; y cuando empezaba a organizar la nueva Diócesis, el Congreso de 1868 le exaltó al Arzobispado, después de larga competencia con su esclarecido Colega, Monseñor Ordóñez, y este cargo, lo ejerció sabiamente hasta que el 30 de marzo de 1877, fue sacrificado en aras de la FE CATÓLICA, de la manera que todos conocemos.
El preclaro Arzobispo fue un colaborador infatigable de García Moreno. Apenas ascendió éste por segunda vez al Poder, el Arzobispo se trasladó a Europa para cumplir diversas comisiones del Presidente. Gracias a sus afanes, se logró la venida de las Hermanas de la Caridad, de las Religiosas de la Providencia y del Buen Pastor, que se encargaron de la dirección de los Hospitales, de la enseñanza técnica femenina y del cuidado de las reclusas, respectivamente, además de otros ministerios. Mas, uno de los mayores títulos de gloria consiste en haber confiado el Gobierno de los Seminarios (después de crear el Mayor) a los Lazzaristas, Congregación que ha prestado servicios extraordinarios a la enseñanza del Clero.
García Moreno y Monseñor Checa consagraron, de común acuerdo, la República al Sagrado Corazón de Jesús, brillantísima apoteosis del sentimiento católico en nuestra Patria, que corona la época más gloriosa de su vida; es el mérito más culminante de ambos personajes.
Tomado de la revista La Cruz (1925), semanal de la Asociación Católica de la Juventud Ecuatoriana: números 33-64, página 486.
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